Pues que el secretario de Gobierno, Guillermo Olivares, salió muy zen en su mensaje: que “se ha convocado a todas las agrupaciones de mujeres representativas” para sentarse a dialogar en las Jornadas por la Paz y el Bienestar del Pueblo. Que todo es plática, escucha, comprensión… y que por eso esperan “extirpar la protesta violenta”.

Ajá.

Porque la visión machista del secretario no le permite ver —ni de cerca— las violencias a las que están expuestas las mujeres todos los días. Y lo increíble: hasta hay una feminista por ahí tapándole las tonterías, como si fuera su vocera de emergencia. Una cosa es hacer política; otra, convertirte en escudo humano del patriarca en turno.

Y mientras Olivares presume mesas de diálogo, queda el recordatorio incómodo: en el caso de Rosaura, no hubo atención, acompañamiento ni esa supuesta disposición al diálogo que tanto cacarean. Allí no se percibió ninguna “paz” ni “bienestar”… solo la misma indiferencia empaquetada en discurso institucional.

Pero bueno: en Palacio siguen creyendo que con un boletín amable la realidad se ordena sola. Afuera, mientras tanto, continúa lo de siempre: muchas mesas, poco oído y cero prisa por atender lo urgente.