Dos atentados coordinados sacudieron hoy varias regiones de Colombia, dejando un saldo provisional de al menos 13 fallecidos —entre policías y civiles— y decenas de heridos.

En Antioquia, un helicóptero de la Policía Nacional, cuya misión era transportar personal para erradicar sembradíos de coca en la zona rural de Amalfi, fue derribado mediante un presunto ataque con dron. El presidente Gustavo Petro confirmó que ocho policías murieron y otros ocho resultaron heridos.

Petro atribuyó inicialmente la autoría de este atentado a las disidencias de las FARC, especialmente al 36° Frente del Estado Mayor Central (EMC), aunque también sugirió posible participación del Clan del Golfo, como represalia por incautaciones recientes de cocaína.

Mientras tanto, en Cali, una explosión de un vehículo cargado con explosivos se produjo cerca de la base aérea Marco Fidel Suárez, una escuela militar de aviación, causando al menos cinco muertos y 36 heridos.

Petro apuntó como responsables a las disidencias de la columna Carlos Patiño, operativas en la región, y vinculó la acción a los operativos militares sostenidos en el Cañón del Micay, zona rica en cultivos ilícitos.

Estos dos atentados resaltan la grave amenaza aún presente por la acción de grupos armados ilegales en Colombia, incluso años después de los acuerdos de paz.

Datos clave del ataque