Antes de su fuga del penal del Altiplano en 2015, Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán se dio tiempo para comer tranquilo en un restaurante de mariscos en Culiacán.

La escena no ocurrió en secreto: fue todo un operativo con comensales, celulares confiscados y un mensaje claro: “Sigan comiendo y no pidan la cuenta, el jefe paga”.

La historia fue documentada por el periodista Malcolm Beith en su libro El último narco: El Chapo, donde narra cómo el fundador del Cártel de Sinaloa llegó al restaurante Las Palmas, en la colonia Las Quintas, acompañado por un comando armado.

¿Cómo fue la llegada de ‘El Chapo’?

Todo comenzó con un aviso a los 30 comensales del lugar. Uno de los hombres del capo entró primero:

“Va a venir un hombre, el jefe. Les pedimos que se queden en sus lugares. Las puertas se cerrarán y no se permitirá que nadie salga. Tampoco pueden usar sus celulares”.

A cambio de cooperar, El Chapo les ofreció algo sencillo: comer gratis. Los celulares fueron recogidos y el restaurante quedó aislado por completo. Poco después, Guzmán Loera entró saludando a los presentes “de manera amable”, según la narración.

La visita, que ocurrió en una tarde de noviembre (año no especificado), se volvió una anécdota más del control territorial que ejercía el narcotraficante antes de su célebre fuga por un túnel en 2015.

Comió aparte, pero nadie olvidó ese momento

El capo se dirigió a un salón privado mientras los demás seguían comiendo, en silencio, sin saber si reír o asustarse. Dos horas después, salió por la puerta trasera. Los clientes recuperaron sus celulares y no pagaron ni un peso.

“El jefe cumplió”, se lee en el libro. La cuenta de todos fue liquidada por Guzmán Loera.